Un año después

    Trescientos sesenta y cinco días después, menos joven pero igual de errante, el poemario-diario anacrónico sigue su camino. Hace un año salió a la calle "El joven errante", ese libro que bajo mi punto de vista salía para pasar página porque sentía que había madurado como persona –pero aquí estoy, hablando de él: ¿no habré madurado tanto?–.

    Quién sabe. No sé hasta qué punto ha servido para pasar página, cerrar el bloque de los "veintitodos" y empezar los "treinta y algo" con la esperanza de ver algo diferente más allá de una mera continuación. Sin embargo cuando te paras a mirar atrás, observas que el fruto de quince años se han cosechado en tan solo uno.

    Me quedo con el sentir de haber abierto "El joven errante" en Almagro, en casa, de la mano con los amigos de Macondo, tenido la oportunidad de compartirlo con alumnos de mi cole con motivo del Día del Libro, y hasta que sirviese de excusa para beber vino en las Bodegas Alort de Alcázar de San Juan. Teniendo en cuenta que todo fue la válvula de escape de un adolescente, creo que puedo decir que se me ha ido de las manos.

    El sueño autoeditado y autofinanciado –capricho caro queda mal– ha resultado caer en más de 300 hogares. Pero tranquilos, aún tengo unos cuantos reservados para cuando se me ocurra una excusa para juntarme a contaros mis cosas: dos ediciones al fin y al cabo dan para mucho.

    De momento ya se me ocurre una: el próximo viernes 10 de marzo estaré en la librería Serendipia de Ciudad Real a las 19:30 (enlace aquí). Allí me encontraréis acompañado por Manuel Juliá, que hará de presentador del acto.




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